Biblioteca Popular José A. Guisasola


Cuento» La Cenicienta, por Roald Dahl e ilustrado por Quentin Blake
Del libro "Cuentos en verso para niños perversos", Alfaguara, 2008. Versión de Miguel Azaola



“¡Si ya me la sé de memoria!”,
dirán. Y, sin embargo, de esta historia
tienen una versión falsificada,
rosada, tonta, cursi, azucarada,
que alguien con la cabeza un poco rancia
consideró mejor para la infancia...

***

El lío se organiza en el momento
en que las Hermanastras de este cuento


se marchan a Palacio y la pequeña
se queda en la bodega a partir leña.
Allí, entre los ratones llora y grita,
golpea la pared, se desgañita:
“¡Quiero salir de aquí! ¡Malditas brujas!
¡Les arrancaré el moño por granujas!”




Y así hasta que por fin asoma el Hada
por el encierro en el que está su ahijada.
“¿Qué puedo hacer por ti, Ceny querida?
¿Por qué gritas así? ¿Tan mala vida
te dan esas lechuzas?”. “¡Frita estoy
porque ellas van al baile y yo no voy!”
La chica patalea furibunda:
“¡Pues yo también iré a esa fiesta inmunda!




¡Quiero un traje de noche, un paje, un coche,
zapatos de charol, sortija, broche,
pendientes de coral, pantys de seda
y aromas de París para que pueda
enamorar al Príncipe en seguida
con mi belleza fina y distinguida!".
Y dicho y hecho, al punto Cenicienta,
en menos tiempo del que aquí se cuenta,
se personó en Palacio, en plena disco,
dejando a sus rivales hechas cisco.

***

Con Ceny bailó el Príncipe rocks miles
tomándola en sus brazos varoniles
y ella se le abrazó con tal vigor
que allí perdió su Alteza su valor,
y mientras la miró no fue posible
que le dijera cosa inteligible.
Al dar las doce Ceny pensó: "Nena,
como no corras la hemos hecho buena",
y el Príncipe gritó: "¡No me abandones!",
mientras se le agarraba a los riñones,
y ella tirando y él hecho un pesado
hasta que el traje quedó destrozado.
La pobre se escapó medio en camisa,
pero perdió un zapato con la prisa.
el Príncipe, embobado, lo tomó
y ante la Corte entera declaró:
"¡La dueña del pie que entre en el zapato
será mi dulce esposa, o yo me mato!".




Después, como era un poco despistado,
dejó en una bandeja el chanclo amado.
Una Hermanastra dijo: "¡Ésta es la mía!",
y, en vista de que nadie la veía,
pescó el zapato, lo tiró al retrete
y lo escamoteó en un periquete.
En su lugar, disimuladamente,
dejó su zapatilla maloliente.

***

Como ven, esta historia mejora
mientras la suerte de Ceny empeora.
En cuanto salió el Sol, salió su Alteza
por la ciudad con toda ligereza
en busca de la dueña de la prenda.
De casa en casa fue, de tienda en tienda,
e hicieron cola muchas damiselas
sin resultado. Aquella vil chinela,
incómoda, pestífera y hedionda,
no le sentaba bien a nadie a la redonda.
Así hasta que fue el turno de la casa
de Cenicienta... "¡Pasa, Alteza, pasa!",
dijeron las perversas Hermanastras
y, tras guiñar un ojo a la Madrastra,
se puso la de más cara de cerdo
su propia zapatilla en el pie izquierdo.




El Príncipe dio un grito, horrorizado,
pero ella gritó más: "¡Ha entrado! ¡Ha entrado!
¡Seré tu dulce esposa!". "¡Un cuerno frito!".
"¡Has dado tu palabra. Principito,
precioso mío!". "¿Sí? —rugió su Alteza—.
¡Ordeno que le corten la cabeza!".
Se la cortaron de un único tajo
y el Príncipe se dijo: "Buen trabajo.




Así no está tan fea". De inmediato
gritó la otra Hermanastra: "¡Mi zapato!
¡Deja que me lo pruebe!". "¡Prueba esto!",
bramó su Alteza Real con muy mal gesto
y, echando mano de su leal espada,
la descocorotó de una estocada;
cayó la cabezota en la moqueta,
dio un par de botes y se quedó
quieta...

***

En la cocina Cenicienta estaba
quitándoles las vainas a unas habas
cuando escuchó los botes, —pam, pam, pam—
del coco de su hermana en el zaguán,
así que se asomó desde la puerta
y preguntó: "¿Tan pronto y ya despierta?".
El Príncipe dio un salto: "¡Otro melón!",
y a Ceny le dio un vuelco el corazón.
"¡Caray! —pensó—. ¡Qué bárbara es su alteza!
Con ese yo me juego la cabeza...
¡Pero si está completamente loco!".
Y cuando gritó el Príncipe: "¡Ese coco!
¡Córtenselo ahora mismo!", en la cocina
brilló la vara del Hada Madrina.
"¡Pídeme lo que quieras, Cenicienta,
que tus deseos corren de mi cuenta!".
"¡Hada Madrina, —suplicó la ahijada—,
no quiero ya ni príncipes ni nada
que pueda parecérseles! Ya he sido
Princesa por un día. Ahora te pido
quizá algo más difícil e infrecuente:
un compañero honrado y buena gente.
¿Podrás encontrar uno para mí,
Madrina amada? Yo lo quiero así...".

***

Y en menos tiempo del que aquí se cuenta
se descubrió de pronto Cenicienta
a salvo de su Príncipe y casada
con un señor que hacía mermelada.
Y, como fueron ambos muy felices,
nos dieron con el tarro en las narices.




FIN



Cuentos en verso para niños perversos
Roald Dahl
Ilustraciones de Quentin Blake.
Traducción de Miguel Azaola.
Adaptación de la traducción: Equipo Alfaguara.
Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2008. Colección Especiales Álbum.


Seis de los más conocidos cuentos de hadas contados con irreverencia por el maestro de la Literatura y el humor negro: Roald Dahl. En estas versiones, nada es lo que parece: los malos no son tan malos, y los buenos pueden convertirse en villanos.

Este libro incluye:

• La cenicienta
• Juan y la habichuela mágica
• Blancanieves y los siete enanos
• Rizos de oro y los tres osos
• Caperucita Roja y el Lobo
• Los tres cerditos



Visto y leído en:

"Imaginaria", revista online sobre literatura infantil y juvenil.
https://imaginaria.com.ar/2010/06/cuentos-en-verso-para-ninos-perversos/
loqueleo SANTILLANA
https://www.loqueleo.com/co/autores/roald-dahl
https://www.loqueleo.com/co/uploads/2019/07/9789589002001.pdf
https://www.loqueleo.com/ar/libro/cuentos-en-verso-para-ninos-perversos
EDAIC Varela (Equipo Distrital de Alfabetización Inicial y Continua)
http://edaicvarela.blogspot.com/2012/11/roald-dahl.html
Cuentos en verso para niños perversos.pdf - Scribd
https://es.scribd.com/document/349665177/Cuentos-en-verso-para-ninos-perversos-pdf



“La lectura abre las puertas del mundo que te atreves a imaginar"

"Argentina crece leyendo"


Créditos: Garabatos sin © (Adaptación de Plantillas Blogger) Ilustraciones: ©Alex DG ©Sofía Escamilla Sevilla©Ada Alkar

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